martes, 16 de junio de 2009

Firma invitada. Hoy, Luyansan.


Habla Reverendo Hoover: estimados todos, la envidiadísima colección "A la aventura" se toma un respiro para darle una oportunidad a Luyansan (en la foto), viejo conocido de los más selectos burdeles de la comarca, que se ha creído el bulo que por publicar chorradas aquí se folla más. En su caso, se folla, simplemente. Sin más, les dejo con su diarrea mental, y les aviso de antemano que cualquier comentario en el que se intuya que prefieren sus historias a las mías, será democráticamente eliminado.

Por último, agradecer a Luyansan su aportación, y anunciar que Revendo Hoover muy pronto volverá con sus entregas para realzar este blog.


Ahí va:
Invitado por el anfitrión de este blog, me dispongo a participar en él con el ánimo de llevarme un pellizco de toda la pasta que se está llevando con la cosa esta. Como no tengo nada que contar (a la espera de los billetes de 500 que empiecen a llegar), he pensado que podía relatar la historia de cómo fui designado colaborador de este blog nada más y nada menos que por su propietario en carne y hueso (más de lo primero que de lo segundo, la verdad sea dicha… o dichosa… o como se diga). Tras la necesaria contextualización, paso a transcribir el diálogo (yo por si acaso siempre llevo un micro oculto estilo Madonna) en que se dio dicha proposición poco menos que indecente.

Resulta que estaba yo tranquilamente con un viejo amigo en un restaurante de Valencia, hablando de temas decisivos (“que cuánto tiempo sin vernos”, “que si yo la tengo más grande”, “que si tu madre esto”, “que si la tuya lo otro”…), cuando me dijo el colega:

¿Te importa que llame un momento por teléfono, meimportaunamierdaloquemedigas? Buenobienvaletejodes.

No me dio tiempo a contestar porque yo ya estaba comiéndome las sobras de los que acababan de dejar la mesa, pero tampoco me importó. Además, casualidades de la vida, justo en ese instante me sonó el teléfono:

Hombreeeeeeeeee, Reverendo Hoover, ¿cómo vas? … Pues mira, aquí estamos, que no es poco. … Sí. … Ya. … Sí. … No, no. … Eso tampoco. … ¿Ah, sí? Pues enhorabuena. … A ver, cuenta. … No me extraña. … Una paella, larga de arroz; poco hecha, vuelta y vuelta. … No, no era a ti. … Al camarero. … Sí, con un colega. … Pues no sé, si quieres se lo pregunto, pero no creo que sea tu tipo. … Eso es ilegal, Reverendo. … Pues yo creo que sí le importaría. … Sí, mejor será cambiar de tema. … A ver, propón, propón. … ¿Un blog? … Vaya, gracias por pensar en mí. … Sí, bueno, ya veré. … Sí, ya me concretas y te digo lo que sea. … Vaaaaaaale, vale, vale. Bueno, te dejo que viene la comida. … Veeeeenga, adiós, adiós, por la sombra.

¿Quién era? -dijo mi colega.
Nadie, un capullo.
Luis, oye, ¿tu cuerpo pide salsa?
No, yo con el kétchup ya tengo aliñada la paella. Bueno, sigue con lo que me contabas antes.
¿Qué te decía?
Me contabas que terminaste la carrera y luego…
Ah, sí. Pues nada, terminé la universidad y me puse a buscar trabajo.
¿Tardaste mucho?
Buf, más de un año paseando mi currículum por Valencia y nada: “no tiene experiencia”, “tiene demasiada experiencia”, “tiene experiencia intermedia”, “no pronuncia bien las haches”, “haga el favor de vestirse”, “esto es una casa particular. Voy a llamar a la policía”… Total, que al final me pillaron en una fábrica de sexador de pollos, pero me echaron porque decía ‘la calor’ en vez de ‘el calor’ y porque a mi jefe le llamaba ‘jefa’.
Una injusticia.
Ya ves. Al final, creo que Kentucky Fried Chicken compró las acciones de la empresa. ¿Sabes lo que hice después?
Dime.
Me.
Continúa, Juanjo.

Ah, por cierto, creo que hasta ahora no había dicho el nombre de mi amigo del alma: Juanjo (‘Juanjito’ para los demás).


Pues un día iba por la Plaza del Ayuntamiento con unos amigos, nos tropezamos y nos caímos al suelo.
¿Te hiciste daño?
Me rompí cuatro dientes.
¿Y qué les pasó a los otros?
No, los otros ya los tenía rotos. Pero bueno, lo que pasó es que mis amigos se fueron y decidí quedarme en el suelo y dejar de buscar trabajo. Pensé: “Que el trabajo me busque a mí”. ¿Y sabes qué?
¿Qué?
¿Que si sabes qué?
No, la verdad es que no.
Pues que en un año así me saqué más dinero que una semana en la fábrica esa de las pollas.
Pollos.
Lo que sea. Y además me hice un montón de buenos colegas. Imagínate que nos fuimos todos juntos de acampada el verano pasado.
¿Ah, sí? ¿Dónde estuvisteis?
Buf, en un montón de sitios: en el viejo cauce del Turia, en El Campanar, en Benimamet, en Las Cañas, en Lo Campano, en La Rosilla, en Las Barranquillas…
Lo pasarías bien.
Ya te digo. Todo el día ahí haciendo burbujitas con una cuchara y un mechero, y luego, en plena exaltación de la amistad, pico por allí, pico por allá.
Qué besucones.
¿Cómo?
Come, come.
Hablando de comer, ¿vas a terminarte lo que estás comiendo?
En cuanto lo mastique un par de veces más es todo tuyo, no quiero más.
¿Y eso?
Eso estaba en el suelo, pero también te lo puedes comer.

La verdad es que ver comer a mi amigo Juanjo es un placer. No sabéis lo bien que abre los mejillones mientras con las manos se sirve un vaso de vino tinto de la casa elaborado por los mejores ingenieros químicos de la zona de Chernóbil.

Ah, Luis, y tengo otra cosa que contarte.
Hosti, Juanjo, vienes como un Kinder.
Mira, tengo un proyecto entre manos- dijo mientras agitaba la servilleta a modo de bufanda futbolera.
Soy todo piernas.
¿Tú sabes lo que es un blog?
Pues no, la verdad, ni idea.
Bueno, pues yo tampoco. El caso es que me he abierto uno y necesito llenarlo de cosas. ¿Tú podrías ayudarme escribiendo algo?
Vale, de acuerdo. ¿Cómo te lo hago llegar?
Ahí está el misterio. Por esas cosas de la privacidad y la Interpol me he inventado un homónimo.
¿Pseudónimo?
No, no fumo, gracias. En la Red respondo al nombre de Reverendo Hoover.

Imaginaos el efecto que tuvo ese notición. En ese momento centenares de abuelas que salían de misa se lanzaron suplicantes a sus pies (que estaban sobre la mesa, dentro del plato) mientras él trataba de zafarse de los placajes al grito de “¡Las bragas no, las bragas no!”. Cuando se zafó de ellas, pude decirle:

Perdona, no estaba escuchando. ¿Qué decías?
Que en Internet soy Reverendo Hoover.
¡Acabáramos! -grité-. Ahora todo tiene sentido. Por eso, cuando Reverendo Hoover me ha llamado por teléfono, tú decías lo mismo que él. ¡Coñe! Y por eso el fin de semana pasado, cuando quedé con Juanjo, no fue el quien apareció sino Reverendo Hoover.
Ahí le has dado. Por cierto, vaya festival.
Sí, me debes mil euros.
Que te devolveré en cómodos plazos a razón de -100 euros el finde.
Ya. Oye, me has dejado de piedra. Y otra cosa: ¿esta noticia es la razón de que hayas reservado las dos mesas más alejadas del restaurante y de que hayamos estado separados y hablándonos a gritos estas dos horas?
No, bueno, es que, en vez de reservar una mesa para dos, reservé dos mesas para uno. Ya sabes, soy de Letras.
Buen pueblo y bonita iglesia.
Sí, señor. Bueno, ¿qué dices? ¿Me escribirás algo?


Pues esta es la historia de cómo fui propuesto a participar en este espacio blogístico y de cómo me enteré de que la verdadera identidad y de la doble vida de Reverendo Juanjo… de Juanjoover… bueno, da igual, del dueño de este blog.

Y por último, Reverendo Hoover, me temo que no podré mandarte nada; no sé qué me pasa, pero no me visitan las musas (las otras dos que me visitaron me robaron hasta los dientes de oro después de echarme miel en la botella de absenta. Malditas ‘prespiputas’). Otra vez será.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ves Juanjo, como no estás sólo? Hay más gente como tú. Os queremos. Muertos, pero os queremos.

Vicente, el superintendente dijo...

Impresionante documento de ciencia ficción: Juanjo con un amigo.

¡¡Eso es imaginación y no lo de Tolkien!!

Y ahora les dejo, que tengo que escribir una palabra en una casillita junto a un señor en silla de ruedas.

Reverendo Hoover desde el anonimato dijo...

Mucho mejor que Reverendo Hoover, pero él la tiene más grande. Lo siento, Luyansan, otra vez será.

Luyansan dijo...

Anónimo: ya estamos muertos. De hecho, a Juanjo hace tiempo que le llaman 'fantasma'.

Vicente, el superintendente: Juanjo y yo no somos amigos; nunca he creído en eso de 'La amistad con tu ex pareja. ¿Es posible la reconciliación?'.

Reverendo Hoover desde el anonimato: gracias por el piropo, cuernos por el agravio comparativo. En cuanto distinga cuál es cuál tendrás noticias mías.

Reverendo Hoover: gracias por dejarme participar y por la foto moruna que me representa. Lo del sexo lo llevo de puta madre, a diestro y siniestro: con la derecha, con la izquierda, con las dos a la vez... Y con mucho (a)guante, jojojojo (madre mía, no puedo dejar de crearrrrg).

Reverendo Hoover dijo...

Gracias a usted. Por cierto, fijándome en la foto, veo que guarda un gran parecido con el es- guadameta Zaqui Badou. Todo un clásico.
Ya sabe, cuando quiera volver adeleitarme, aquí tiene un hueco, como le dijo Josefina a Napoleón en la noche de bodas.

Anónimo dijo...

Eres increible, vaya imaginación!!
Se lo he pasado a dos amigos de Valencia, al bombero torero.
Piensan como yo que escribes muy bien.
Esperamos el próximo viaje.

Gromek dijo...

Querido amigo, simplemente decirle lo encantado estoy de comprobar que sigue usted igual de trastornao.